El condor te vigila, guía tus pasos hacia las torres que custodian la cordillera.
Hay que atravesar ríos y glaciares, bosques y desiertos, para llegar hasta la base de los gigantes dormidos y descubrir que la Patagonia, siempre guarda sus mejores tesoros para los que se animan a desafiar sus caminos.
Entre guanacos y ñandúes, el reflejo de los lagos que recorren los valles del macizo nos advierte que hay que seguir caminando tras las huellas del mítico Milodón.
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